15 de mayo de 2011

High.



Es el vasto mundo el que me aturde con sus fantásticos olores, su color brillante y el calor humano, en una mezcla contagiosa que podría atraer al más necio. Aunque no todos puedan disfrutar de sus exquisiteces. Los hay más y menos envenenados por el poder que tiene esta tierra. Me considero un punto medio entre el ambiente codicioso que en muchas ocasiones me tienta y el mundo humilde que incluso se ha cansado de desear.
Intento engañarme cuando en realidad adoro la estabilidad, me encanta vivir de esta manera y no me arrepiento de las penurias que me hacen ser más fuerte. Podría rezar cada día por tener un padre real, por una familia como cualquier otra. Y rezo todas las noches para que se desvanezca la oscuridad que ahora mismo encierra mi estómago. Sea quien sea el que esté escuchándome, yo rezo. Aunque ya no me produce ningún alivio.
Al final la ilusión se difumina con las lágrimas, la esperanza es apenas una chispita verde que rodea mi cuerpo, se abren fisuras en mi corazón, y el alma pierde fuerza. ¿Cuál es el problema, querida? Que las lágrimas son agua, y van al mar; pero cuando el amor se acaba, ¿sabes tú a dónde va?

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