24 de enero de 2012

My new best friend.

Entra por la puerta, es un encantador de serpientes, se cree que puede poseerlo todo. Yo soy el eslabón débil de la cadena, o eso se pensaba. Probemos con la pequeña e inocente, ¿por qué no?
Sigue, sigue intentándolo, prueba todo lo que quieras. Porque de ésta no se pasa, es el límite, se acabó. Creías que te saldrías con la tuya, ella también lo pensaba; que ganarías de nuevo.
Era un hombre cualquiera, con unas aficiones cualquieras. Pero sus ojos viajaban continuamente de un lado a otro, de arriba a abajo. Juzgaba sin tener idea de las leyes, sólo un cabrón más.
Y años después consideró que era suficientemente inteligente como para seguir con su estúpida guerra.
Apostó más y los dados se la jugaron. Ahora no es más que un desgraciado que vive en el cuerpo de un señor.
Ahora se lleva la mano a la cabeza al despertarse de un poco plácido sueño, tras varias horas de insomnio. No me das pena, ¿lo sabías? Ya no. Pero me tiemblan los puños al pensar en ti, la cabeza da vueltas y recibo martillazos secos en el pecho. Y aun así no me importa. No importa cuan grande sea la traición. He dejado de ser la ignorante y ahora desearía no saber muchas cosas. Lo curioso es que se me dibuja una sonrisa en la cara, y la mueca se convierte en lágrimas de pura rabia. Míralas bien, cuéntalas si quieres, pagarás cada una de ellas. Y cada una de las suyas, cada minuto del dolor causado. El precio que se ha pagado no es comparable con la venganza.
Una vez sacó lo peor de una persona, quizás haciéndola desgraciada para siempre. Hoy, el hombre cualquiera consiguió sacar lo que ni siquiera conocía de mí misma. Pero no, no hará desgraciado a nadie más. Ella se derrumbó y limpió sus zapatos incluso cuando le aplastaban las manos. Afortunado fue.
Perdona pero no somos iguales, ahora puedes tratarme como una extraña, siga usted así, señor, debo irme, no ha sido un placer conocerle. Lo sabrás cuando llegue el momento.