8 de junio de 2011

Querida vida (4):

O más bien, querido sentimiento que la humanidad adora y que está presente en todo el mundo, y al que me niego pronunciar por el simple hecho de que me ha traicionado:
¿Qué pretendes? Primero me rompes en mil pedazos, me dejas tirada por donde pillas y esperas a que yo solita me reconstruya para ahora hacer... espera qué estás haciendo?
Veréis, ésta es la historia. Sí, es una historia de amor. Como la de Little Manhatan, nada bonito, nada demasiado bonito; pero con miles de estúpidos recuerdos que se quedarán durante algún tiempo. Qué digo, mucho tiempo. Aún le veo cuando sueño, le veo a través del cristal del coche aunque sé que no está ahí. Le veo al salir del colegio, como si fuera la primera vez, como si me siguiera queriendo. Veo nuestras manos, entrelazadas y su cara muy, muy cerca de la mía. Y las palabras que solía decir, y que ahora intento olvidar. Su mirada, llena de algo que ni él mismo sabía qué es. De eso a lo que tanto teme. Jamás lo admitirá, es demasiado cobarde, demasiado inmaduro. Pero le he querido tanto...
Y ahora intento engañarme a mí misma. Algo ahí dentro está hecho trizas, pero mi cabeza me dice que estoy bien, pasa página. Pero qué, de repente pones a gente maravillosa a mis pies. Pones a alguien que realmente merece la pena y que no puedo aceptar. Porque yo no soy una cobarde, yo lo reconozco, lo admito delante de quien sea... Me enamoré. Lo hice y no me arrepiento. Pero no me deja seguir adelante. Tomó una decisión, no sé por qué no la lleva a cabo.
Llegó una mañana. Un par de comentarios, una mirada furtiva, un guiño de ojos y una mueca. Ella intentó abrirme los ojos, ella sólo quiere que sea feliz, ella me llevó a él. Y de repente, volví a sonreír. Vale, estamos de acuerdo en que siempre sonrío, por cualquier tontería, adoro meterme en mi pequeña burbujita. No, no fue así. Esta vez se rompió, no me di cuenta, pero ya no estaba en mi pequeño y loco mundo. Seguí sonriendo, ¿por qué no?
Todavía me atormenta, es como una gran nube negra. Ahí encima, todo el rato. Es intentar mirar al horizonte, más allá que lo que ahora mismo siento y ahí está. Oscuro, frío. La lluvia se desliza por mis mejillas, dejando un rastro en mis ojos ahora hinchados. Es insaciable, no me deja en paz, o lo tomas o lo dejas. Si decides dejarme ir, hazlo de verdad, no me enturbies la existencia minuto a minuto. Por favor.
Querido destino: sólo queria preguntarte por qué has decidido abrirme los ojos. Por qué has dejado que ella me enseñara lo feliz que él podría hacerme. Después de la nube negra, del gran chaparrón, de todo el amor desperdiciado; que ahora flota a mi alrededor esperando a que la persona indicada lo coja... después de todo eso me lo has presentado. Y todos tenemos nuestra nube negra. La suya es inmensa, como la mía. Vaya, qué coincidencia...
Así que ahí están. Estoy yo; está ella, mi ángel de la guarda; está la nube negra; está mi compañero leal de nube negra; y está ése que te empeñas en ponerme delante para que le haga daño.
Me gusta mi compañero, mi compañero me hace sonreir, me hace olvidar, me ayuda, me protege, me da confianza, esperanzas e ilusiones. Pero es algo demasiado extraño, demasiado arriesgado y difícil, poco apropiado.
Querido destino: no me hagas elegir, ahora no. Déjame crecer, déjame vivir, salir de mi nube negra, ser feliz. Déjame esperar tranquilamente a que alguien nuevo aparezca en mi vida. No necesito más lluvia. ¿Por qué te empeñas en traer nubes? A mí no volverás a engañarme, sé lo que pretendes. Empieza con una pequeña brisa veraniega, es suave, es cálida, lenta; luego es viento, es apasionado, es fuerte, es violento, es precioso; una nube, blanca, estable, bonita, digna de ser mirada; y finalmente, se enturbia, sólo quedan los restos de lo que fue un precioso comiento en el verano. Cargada de dolor, que apuñalan con cada lágrima. No, no quiero más lluvia.
¿Qué es lo más bonito que os ha pasado hoy?

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